Parásitos ha ganado el Óscar a la mejor película. La cinta de Bong Joon-ho ha arrasado en el certamen de la alfombra roja con un puñado de primeros premios como nunca se había visto antes con una cinta en lengua no inglesa. He ido a las salas comerciales a echarle un ojo y he de decir que no me convence, no la veo ni de lejos como la película más brillante de 2019. El argumento propone un arranque prometedor, en el que una familia que bordea la indigencia da pasos para vampirizar a otra millonaria, con la intención de suplantarla y acabar funcionando como la quintaesencia del arribismo.

Sin embargo, a partir de cierto punto de la trama comienzan a producirse giros que convierten la propuesta en totalmente inverosímil, se le añaden situaciones absolutamente gore y se pretende apuntar a una especie de crítica social que plantearía la gran cuestión: quiénes son los auténticos parásitos de nuestra sociedad y si es admisible la idea de que exista un rico honesto. El resultado es un pastiche que no se entiende bien y que además no se sostiene desde el punto de vista narrativo. Una película interesante, de acuerdo, pero no memorable.

– Muy sugestivo esto que comenta usted, pero no alcanzo a entender por qué ilustra este artículo con la foto de los miembros del Gobierno de España… ¿Acaso pretende deslizar que estos tipos son unos parásitos?

– Querido amigo, es usted muy perspicaz. Efectivamente, considero que estos señores, de ideología principalmente comunista, están poniendo en marcha un proceso de desmantelamiento del Estado, cuya estructura actual es la que les permite ocupar el poder de forma temporal.

– Me parece que usted se encuentra fuera de la realidad. Estos señores no constituyen peligro alguno. De hecho, se ocupan de cuestiones tan trascendentales como imponernos el uso de un justo lenguaje inclusivo y están pendientes de que ningún padre pueda educar a sus hijos fuera de los parámetros que marca el Estado, para que así seamos una sociedad igualitaria. Y también van a tratar de que no haya más ricos entre nosotros, ni uno más, porque, como usted sabe, un tipo con mucho dinero en el banco es por definición un opresor de la clase obrera y jamás se podrá decir que lo ha ganado de forma limpia. ¡Todos los ricos lo son porque nos han robado lo que nos pertenece! Además, los ricos son todos fachas. Menos nuestros líderes, Pedro y Pablo. Ellos sí pueden estar en el taco, porque para eso son progresistas y moralmente superiores.

– Esto… ¿y usted qué opina de que un ministro haya recibido con nocturnidad y mentiras de por medio a la número dos de un régimen declarado ilegítimo por la Unión Europea, que suma ya más de cuatro millones de exiliados?, ¿y que el Gobierno se haya negado a dar explicaciones públicas en el Congreso de los Diputados no le parece inquietante como poco?

– No, por favor. Esa señora Delcy Rodríguez pertenece a un régimen izquierdista. Por tanto no puede ser malo. Otra cosa sería si hubiera venido el número dos de alguien como Pinochet. Entonces sí deberíamos saltar al cuello de nuestro Gobierno, pero mientras se trate de compañeros progresistas que trabajan para que todos los seres humanos tengamos una pensión por el mero hecho de existir, todo es correcto. Ya vendrá alguien que lo pague. Y ahora, si me permite, he de dejarle porque tengo que preparar mi próxima manifestación por los derechos de la ardilla roja y no quisiera perderme el programa especial de La isla de las tentaciones. ¡Sí se puede!

– Vaya, se lo ruego. Con su permiso, voy a hibernar. Será lo mejor.

 

La foto es de La Cerca