Querido primo. Espero que te encuentres bien, dentro de lo que confinadamente cabe. Ya sabes que siempre he pensado que eres un tío con mucho criterio y quisiera preguntarte cómo puedo hacer para comportarme como un buen patriota durante el estado de alarma. Verás, es que oigo constantemente que no es el momento de criticar al gobierno, sino de “estar todos unidos” y no sé cómo se hace eso. Necesito una definición mejor.  

¿Puedes explicarme si quiere decir que no debo criticar si considero que me están mintiendo o que no he de pensar que es demencial haber gastado millones en test que no funcionan porque se han encargado al proveedor inadecuado? Primo, ¿tengo derecho a pedir que haya dimisiones, en cualquier empresa privada caerían los despidos, o no hay nada por encima de la máxima prioridad, que es ser buenos y responsables patriotas? Tú ya sabes que a mí me da mucho miedo eso del pensamiento único, pero no quiero meter la pata.

Verás, primo. De veras te digo que no deseo abrir frentes internos, bastante tenemos ya con el virus y la crisis económica, que mi intención es ser leal y no gastar energías en nada que no sea la urgencia sanitaria, pero quisiera que me expliques, si eres capaz, cuál es el rumbo y el plan que traza el gobierno para poder seguirlo y así ser un patriota a la altura de lo que se espera. Te reconozco que yo ya me he perdido: no hace ni tres semanas, con media Italia confinada, nos dijeron que era fundamental manifestarse; el experto del gobierno aseguraba incluso que le diría a su propio hijo que fuera a las calles a dar voces con alegría. Luego, de un día para otro nos meten en casa e imponen una cuarentena, ¡una medida que el propio vicepresidente se salta por la cara! Luego sale el ministro de Sanidad, que no sabe qué cosa es la Hidroxicloroquina, y nos anuncian que han comprado unas pruebas de infección que no valen para nada. Han tirado el dinero mientras sube de forma dramática el número de casos.

Primo, yo quiero ser leal y un buen patriota, pero dime si eso consiste en no levantar la voz aunque la gestión me parezca un desastre. Imagino que sí que puedo aporrear una cacerola contra el rey emérito, para eso lo ha promovido un partido que está en el poder, pero no podré protestar contra un gobierno que dice estupideces como que hay que analizar la crisis del coronavirus “desde una perspectiva de género”. ¡Quieren analizar la gestión de una pandemia causada por un virus con perspectiva de género! Primo, ¿de verdad tengo que pasar esto por alto para ser leal y un buen patriota? Por favor, aclárame.

Te planteo otra duda, ya que estamos. Verás, tengo la sensación de que la sociedad nunca volverá a ser lo que fue hasta ahora. La nuestra, al menos. Me refiero a que si la población tiene miedo y el Estado es el que debe cuidarnos, es decir, controlarnos, la toma de decisiones estará cada vez más lejos de todos nosotros y el modelo chino de vigilar a una población al milímetro con la excusa de velar la posible expansión de cualquier enfermedad será el que se imponga. El neocomunismo, que en realidad es viejo. Eso me da un repelús enorme, primo. Me explico: ahora que estoy leyendo mucho en casa, me he encontrado con un libro que cita otro escrito por el actual vicepresidente Pablo Iglesias. En un sorprendente ataque de sinceridad dice lo siguiente: “Hay una cosa que tenemos en común los fascistas y los comunistas: entramos en el peligroso terreno de los extremos que se tocan… Pero es verdad que compartimos la excepcionalidad. (…) La verdad la establece el que tiene las armas, y eso sólo ocurre en los momentos de excepción”. Primo, es obvio que estamos viviendo un momento excepcional en el que el gobierno de España asume un mando único. Y justo ahora Iglesias ha accedido a tener presencia en el CNI. Mejor me callo y no refiero nada de mis inquietudes a nadie para poder comportarme como se espera de un ciudadano leal y un buen patriota, ¿verdad, primo?

Cuídate mucho y ya me dices, que estoy hecho un lío.

 

La foto es de El Periódico