En un mundo en el que los héroes homéricos han sido sustituidos por futbolistas profesionales, El regate infinito plantea un atrevido, pero verosímil, escenario: el mejor jugador del orbe es secuestrado a dos meses de la celebración de la Copa del Mundo y el planeta entero se pone boca abajo, descompuesto ante un negro panorama que es capaz de funcionar como una cortina de humo para tapar los problemas realmente esenciales de la vida diaria. Nada más importa.

¿Estamos ante una ingeniería social de manual?, ¿cuánto de azaroso y de planificado existe en la mayor industria de entretenimiento jamás creada?, ¿es posible la construcción de una narrativa conveniente a las élites sobre el ensalzamiento de unos futbolistas y la caída en picado de otros? Será el lector el que saque sus propias conclusiones.

En una narración memorable, Daniel Pinilla aplica con altura de miras todo su bisturí literario para desentrañar cómo funciona el periodismo deportivo en la actualidad y la compra de voluntades que se suele esconder detrás del negocio llamado fútbol. Lo hace, además, con una historia en las antípodas de lo políticamente correcto y de los mediocres potencialmente ofendidos con todo lo que sea intelectualmente osado. La guinda del pastel que nos ofrece es que saca al terreno de juego, con el brazalete de capitán, a Cide Hamete, el legendario narrador cervantino.

El regate infinito no es una novela que busca el aplauso fácil. Es una obra para una minoría selecta e independiente.

Sinopsis de El regate infinito. Novela escrita únicamente con inteligencia humana, sin ningún tipo de asistente virtual. Que conste.