Creo que todo está ya más o menos dicho. Quien desee seguir creyendo la infantil versión oficial de la OMS en relación a la aparición del primer brote de la variante de gripe Covid19 (ver aquí), está en su derecho de que lo sigan tratando como a un colegial. Si, además, continúa consumiendo televisión o medios masivos controlados, y se deja impactar cien veces al día con el mensaje del pánico, el círculo vicioso se habrá completado y se retroalimentará de forma constante. No le resultará posible salir de esa narrativa falsa.

Incluso se dará el caso de que haya quien entienda conveniente que aparezcan carteles anunciadores terroríficos, como el que ilustra esta modesta columna de opinión. Se nos pretende hacer responsable de la salud de los demás, se intenta quebrar la voluntad de tomar decisiones personales, bajo la falsa dicotomía del buen ciudadano (el que cumple a rajatabla las consignas de la élite) y el mal ciudadano (el que se aleja del ruido y del caos para tomas sus propias decisiones). Poco a poco, una nueva triste realidad va ganando terreno, ante la inacción de la gran mayoría. Ya vemos con normalidad que se proclame una ley que diga que es ilegal no llevar mascarilla, aunque nos encontremos a kilómetros de otro ser humano (ver aquí); se va haciendo natural la macabra idea de que hay que entregar a nuestros niños (ver aquí) a los experimentos de las grandes farmacéuticas; se cierran espacios aéreos de forma arbitraria (ver aquí) y se eleva constantemente el tono de las imposiciones. Ven que no hay respuesta masiva ni organizada, así que no van a parar. La gente se ha convertido en policía de la gente. Es el mayor triunfo de esta nueva forma de tiranía.

Insisto: quien no quiera ver que todo esto es un experimento de ingeniería social, disfrazado de alerta sanitaria, es que desea mantener voluntariamente su ceguera. Habrá quien diga: otro loco que niega la existencia del virus y que dice que no ha muerto gente contagiada… Oiga, no es cierto, nadie niega eso. Sí se niegan las cifras, se niega la efectividad de las medidas (¿dónde está la demostración de que una persona sin síntomas es fuente de contagio?), se niega que sea correcto confinar y arruinar a gente sana, se niega que no exista una conexión entre los financiadores privados de las OMS y el ingente negocio de las vacunas… Hay tanto que negar, que el verdadero conspiranoico es el que acepta la deformación de la realidad que te venden los telediarios.

Por cierto, en cuanto a las cifras, permitan un último apunte en relación a casos públicos, contrastables, no los grandes números que ofrecen los Gobiernos. ¿Quién puede corroborar que han muerto 7.000, o quizás han sido 70.000, o quizás se trata del doble? Es imposible saberlo, porque además la OMS prohibió durante mucho tiempo las autopsias y oficialmente «ha desaparecido la gripe» (ver aquí). ¿Quién, con dos dedos de frente, puede creer esa patraña? En fin, lo cierto es que resulta fácil manipular con los números, así que habrá que acudir a casos notorios. Por ejemplo, el de los futbolistas profesionales en España que han pasado oficialmente el contagio de covid. Pueden repasarlos y comprobar qué ha sucedido con esos deportistas… Será que todos los clubes de fútbol son afortunados. Sí, seguro que es eso..