El otro tuvo lugar una celebración. Eran en torno a veinticinco personas, todos de una edad que oscila entre los treinta y muchos y los casi cincuenta. La gran mayoría celebraba con alborozo que ya los hubieran convocado para ponerse la famosa vacuna. «¡El año que viene volveremos a tener Feria!» era la conclusión generalizada. Estamos al borde de superar la oscura etapa actual. Identificaban inocularse la vacuna con la certeza de que no regresarán jamás las restricciones de movilidad, que las odiosas mascarillas desaparecerán para no volver y que el calendario festivo volverá a ser el que hemos vivido toda la vida.

Uno de los presentes preguntó si tenían preferencia por ponerse una vacuna que no les modificase el ARN mensajero o si eso no les importaba, aunque se tratase de una técnica experimental nunca antes probada con seres humanos. La pregunta no obtuvo respuesta; mejor mirar para otro lado y servirse otra copita. En realidad, pareció que casi nadie hubiera entendido la enigmática pregunta.

Un rato después, los últimos que habían llegado al convite (celebrado en un espacio abierto) sacaron otra vez el tema de la convocatoria que les había llegado para pasar próximamente por el célebre pinchazo. De nuevo, el mismo pesado de antes preguntó si les parecía bien tener que firmar un documento que les impedirá presentar reclamaciones a las farmacéuticas o al Estado si se producen secuelas graves. Nadie contestó. Ese tipo era un aguafiestas. La vacuna permitirá que vuelva la Feria y no hay más que hablar. Es la solución y así lo decretan los expertos de la tele.

El díscolo apostilló: «¿Pero no os dais cuenta de que el Covid es una variante de la gripe, por lo que es un virus mutante y nunca se podrá lograr la inmunidad plena? Es lo mismo que sucede con la gripe estacional de toda la vida… y eso nunca nos ha vuelto locos. Pero, como ellos son los que deciden cuál es el umbral admisible de contagios, pues harán la goma y siempre podrán decidir que nos confinan de nuevo porque la tasa de contagiados es demasiado elevada. Os recuerdo que se trata de la misma gente que asegura que la gripe ha desaparecido este año… ¿De verdad pensáis que con la vacuna de ahora se acabarán estos dieciocho meses de pesadilla? ¿No veis que su narrativa ya se ha impuesto y que estamos en sus manos?». Nadie contestó. Vaya tela el coñazo que estaba dando el rarito que no tiene tele en su casa…

Un poco más tarde, el tocapelotas del díscolo preguntó a un asistente en privado si realmente estaba contento por la citación para la inyección, si no lo hacía por el qué dirán. «En realidad yo no quiero, pero es que este verano tengo planeado ir de viaje al Caribe y no me da la gana de que me jodan las vacaciones por no tener el pasaporte Covid». El inconformista replicó que lo de ese pasaporte es sólo una idea que se ha planteado, que legalmente vulnera derechos fundamentales y que está por ver si se aplica o no. «Bueno, por si acaso yo me pongo la vacuna ya». Interesante, parece que no hace falta ejecutar un plan para que la mayoría acepte ciertas premisas. Basta con sugerirlo y bombardear la idea a través de los medios.

En fin, resumen: todo está bien y el año que viene (y todos los siguientes) habrá Feria con total seguridad.