No sabemos qué edad tiene Francisco Tzoy. Es un chico del Profundo Norte de Guatemala que fue abandonado por su familia cuando tan sólo tenía (suponemos) unos tres años de edad. Repudiado por su discapacidad. De un día para otro se vio solo y abandonado y se refugió en lo que se llama la selva nubosa. Allí ha pasado una década, sin ropas, cubierto de lodo, alimentándose a veces con sus propios excrementos, sin saber caminar erguido, arrancándose mechones de su propio cabello de forma compulsiva, peleándose de igual a igual con los perros por los restos de tortilla de maíz que a veces rapiñaba de las sobras en el pueblo de Santa Cruz del Quiché, prácticamente mudo… Como un animal. La teoría roussoniana se queda desnuda ante tamaño atentado a la más pura esencia de la falta de misericordia ¿humana?

Francisco nació en Paraje Paraxaj, una aldea de población indígena con miserables condiciones de vida. Sus padres, ambos alcohólicos, le dieron la espalda. Hace poco ha sido localizado y sometido a un plan (intento) de reinserción entre los de su, nuestra, especie. Los avances son lentos, como he leído en ElEspañol. Durante años, muchos años, toda una comunidad hizo como que no lo veía: simplemente no deseaban interiorizar su existencia. No era su problema.

En mi viaje para por América para escribir Operación Malinche pasé por Santa Cruz del Quiché en busca de las huellas de casi cuarenta años de cruentísima y despiadada guerra civil. Yo mismo pude haberme cruzado con Francisco sin haberlo sabido… No tengo palabras para describir la sensación de tristeza y desasosiego que me produce. La empatía debería ser algo consustancial al género humano. ¿Habrá más Franciscos en mi ciudad, a la vuelta de la esquina?, ¿queremos verlos o preferimos refugiarnos en nuestro móvil y apartar la mirada?

Adam Richman es un presentador televisivo que lleva a cabo un popular programa en EEUU: Crónicas Carnívoras. Básicamente consiste en afrontar retos de imposibles ingestas de comida: de una sentada y en menos de una hora, zamparse más de de dos kilos de carne acompañada por salsa de queso y puré de patatas… Cuestiones así. Como concepto es lamentable, pero he de reconocer que resulta divertido. Se pasa mejor viendo a Adam sudar para deglutir como una máquina que recapacitando sobre una sociedad que ha permitido que Francisco Tzoy haya vivido entre pura mierda y sin un plato caliente durante años a la vista de todos.

Hoy no tengo más ganas de escribir. Tan sólo de hacer análisis de conciencia.