Un buen amigo, el mejor de su promoción en un exclusivo máster de Machine Learning en Stanford, me contaba el otro día ciertas consideraciones. Reproduzco literalmente sus palabras: «Que no te confundan, haz carpintero o fontanero a tu hijo». Le respondí que a qué venía eso, y me dijo lo siguiente…

«Hoy he estado hablando con unos programadores y les he explicado lo de la desaparición de los dinosaurios y el meteorito: el dinosaurio, imbécil perdido, no pudo hacer nada contra el meteorito. Le llegó del cielo y lo arrasó. El ser humano no es menos idiota: crea la bomba atómica, virus en laboratorios… y llevamos sesenta años persiguiendo e momento actual en Inteligencia Artificial. Fíjate si somos tontos que hemos visto en películas lo que iba a pasar. Existe literatura al respecto: Asimov ya habló muy clarito de esto. Y ahora, cuando llegamos al momento buscado, decimos: «¡Nooo!, esto puede ser peligroso». ¿Se puede ser más mentecato que el ser humano?.

Mi amigo siguió con su parlamento: «Ahora, los programadores, esos seres que se creen intocables, se dan cuenta de que la mitad de ellos van a sobrar. ¡Coño, si es lo que hemos sembrado! Además, mira a tu alrededor: cero educación, mentes planas, inteligencia artificial a raudales… ChatGPT escribe mejor que el noventa por ciento de las personas, pero no porque sea un prodigio, sino porque el nivel general de las personas es bajísimo. Lo malo es que quien lee ya no sabe lo que es bueno o malo. No se distingue lo que es verdad de la mentira. Esto es un tsunami mayor que la revolución industrial y la mayoría de la gente está ausente, sin entender el gran plan que hay detrás».

Obviamente, me dejó pensando. Pueden ustedes, como lectores, sacar la conclusión que les apetezca. Disfruten el presente.