Cristóbal Montoro va camino de convertirse (en realidad ya lo ha hecho de facto) en el principal testigo de la defensa de los políticos encarcelados, fugados o encausados por el asunto del proceso separatista en Cataluña. Este ministro lenguaraz y encantado de conocerse a sí mismo ha manifestado en El Mundo, y se ha quedado tan pancho, lo siguiente: «Yo no sé con qué dinero se pagaron esas urnas de los chinos del uno de octubre, ni la manutención de Carles Puigdemont. Pero sé que no fue con dinero público». Este desastre de político desautoriza así al juez Llarena, quien venía sosteniendo la tesis de la supuesta malversación, facilitada por la Guardia Civil, de una forma sólida: la organización y celebración del referendo ilegal habría costado al menos 1.602.001,57 euros. 

Esto de medir al céntimo la cantidad presuntamente malversada ofrecía un rasgo de verosimilitud importante. Ahora, sin embargo, tras la desfachatez de Montoro, la percepción que del asunto se va a tener en Alemania y el resto de Europa puede tambalearse.

– ¿Cómo?, ¿que el ministro asegura que no se ha malversado dinero público?

– Bueno, luego lo ha matizado y ha dicho que «la malversación no requiere solamente desvío de fondos: es también abrir un recinto público para un acto político ilegal, por ejemplo».

– No me venga con ésas. Si ha manifestado muy campanudo que él impidió que se malversara nada, pues eso es lo que hay. Recuerde usted que desde el pasado septiembre, Montoro controla los 35.000 millones que maneja la Generalitat y todos los pagos realizados.

– En realidad, eso es cierto: Montoro ocupa el papel de teórico vicepresidente catalán, el mismo que tenía Oriol Junqueras.

– Lo que yo le decía: con sus palabras ha desautorizado al juez Llarena y dado argumentos a los alemanes que no han visto delito de rebelión en Puigdemont y dudan mucho de que haya existido la malversación. Sabemos que hay un problema en España con los tipos legales, lo hemos visto con La Manada, pero Montoro ha terminado de dinamitar el chiringuito.

– Ejem, me temo que es así.

 

Ahora basta saber qué va a hacer Mariano Rajoy al respecto de la metedura de pata de su ministro, el mismo que se jacta de saber todo de todos y que demostrado funcionar como un presunto listo (pero tonto) útil para sus teóricos rivales. Aventuremos la respuesta, atendiendo a la trayectoria del presidente de Gobierno: NADA.