No soy un analista de política internacional. Me produce recelo sumarme a la oleada de valoraciones apresuradas y soluciones de todo a cien paridas tras los atentados de París. Tan sólo voy a poner encima de la mesa algunas consideraciones.

Por vez primera Occidente comienza a dejar de hablar de ‘lobos solitarios’ y a señalar que la situación actual es la de una guerra declarada. Mucho ha tardado. Su flanco débil siempre ha sido la retaguardia, por la desconexión entre la clase política y la opinión pública. El hecho de que el IS cuente con una definición geográfica ayuda a poder colocar en el mapa una equis con un objetivo físico entendido como enemigo. Francia ha respondido a la salvajada del viernes bombardeando enclaves en Siria. ¿Es la solución?

Parto de la base de que agua y aceite no mezclan pero hacen una bonita combinación cromática. Quizás fue Jesús el primero que separó el poder político del religioso (dad a Dios lo que es de Dios y a César lo que es de César…), lo que evolucionó con el paso de los siglos en un modelo de sociedad civil (la occidental) donde la libertad del individuo es posible, se pueden entender los asuntos de fe como algo meramente personal y el púlpito no dicta las normas de conducta. Ha costado siglos de oscuridad, pero los resultados están a la vista. Cualquier tonto puede decir una blasfemia y el poder religioso no podrá reprenderlo más allá del formato de excomunión. Ni que decir tiene que tal cosa le traerá sin cuidado…

Enfrente existen algunos radicales que retuercen su fe para vestir un modelo de sociedad impermeable hasta para décadas de comunismo. Impermeable por su inmutabilidad. ¿Debemos respetar a quien entiende que una adúltera debe ser lapidada? Pues no, pero difícilmente se combate esto con «valores democráticos», como sostiene algún politicastro de moral distraída. Anjem Choudary es un líder islamista radical en Gran Bretaña. En una entrevista concedida a El Mundo hace poco le leí: «El Corán dice que no se puede compadecer la muerte de los infieles». Escalofriante. En Europa residen millones de musulmanes, buenas personas en altísimo porcentaje, pero la falta de identidad y el desarraigo hace que algunos (jóvenes principalmente) encuentren una salida a su frustración en una versión totalitaria de la religión, donde la muerte puede tener más valor que la vida. En ésas estamos… ¿los bombardeos en Siria les reprimirán o les valdrán como estímulo?

Una de mis mejores amigas es musulmana. Da gusto hablar con ella, es una persona muy sensible y preparada. Obviamente está aterrada con los acontecimientos actuales. Ejemplo de muchas virtudes, es una pena que no se le oiga con el altavoz que merece ella y muchos más que piensan igual. Su discurso es el siguiente: quizás habría que preguntarse quién le vende las armas al IS, de dónde sacan las refinerías portátiles de petróleo (miren a Asia…) y quién les compra el crudo a un precio más que competitivo para lo que hay en el mercado ordinario. Es decir, quién les alimenta.

No tengo la solución de nada. Tristeza.

PD: Según datos de la OTAN, la Policía aborta una media de dos intentos de atentado islamista por semana.