El pasado lunes se cumplieron dos meses exactos de una (exitosa) intervención quirúrgica a que he sido sometido para quitar de en medio un tumor que estorbaba. Tranquilos, que todo está bajo control y la recuperación va como la seda.

Sabido es que durante una convalecencia hay tiempo de calidad para pensar qué es esencial y qué accesorio. Aprende uno a reorganizar las prioridades y todos los teóricos problemas se relativizan. Sin embargo, no le logrado que esto suceda con la idiocia vivida en la fallida sesión de investidura de Pedro Sánchez.

A ver si es que yo no me he enterado bien, con tanta medicina y tanta terapia… Este tipo, con 123 escaños, comunicó al Rey que tenía un plan para recabar los apoyos necesarios para formar Gobierno. De otra manera, no habría recibido el encargo por parte del jefe del Estado para intentarlo. Pues bien, resulta que una docena de semanas después, se presenta en el Congreso de los Diputados con un solo voto, el del PRC, como refuerzo extra, y lo fía todo a una entrevista de televisión un par de días antes, en la que señala que el problema que impide cerrar un acuerdo de Gobierno con Podemos es que Pablo Iglesias viene afirmando hace tiempo que en España existen los presos políticos y que además solicita un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Así que todo se arreglaría si los comunistas aceptan decapitar a su líder y lo sustituyen por otro candidato menos extremista.

– Oiga, disculpe, eso es una tomadura de pelo. ¿De veras está usted diciendo que Sánchez se ha enterado ahora de que lo que defiende Iglesias por tierra, mar y aire dinamita la propia esencia de la Constitución? ¿Es que piensa que somos todos tontos?

– Pues eso es exactamente lo que dijo en la entrevista televisiva.

– Además, ese cambio de cromos en Podemos no supondría ninguna modificación en su política, porque todos allí piensan como Iglesias, ¿o alguno ha alzado la voz para decir lo contrario? Imagino que al darse cuenta de que eso es así, Sánchez habrá tenido que ofrecer entrar en el Gobierno a otros partidos que sí son constitucionalistas, ¿no es cierto?

– Esto… Pues en realidad, a esos otros partidos únicamente les ha exigido que se abstengan, para que España no se quede sin Gobierno con el otoño tan caliente que se avecina. Resulta cómico: ha reclamado justo lo contrario de lo que hizo él con Rajoy (el famoso no es no), por lo que se vio forzado a dimitir como diputado, lo que le condujo a la radicalización en que se encuentra instalado.

Vale, de acuerdo; si mi tratamiento no me ha perturbado, interpreto que Pedro Sánchez en realidad no deseaba formar Gobierno, sino tan sólo cubiletear y, de paso, vengarse de Iglesias: todavía recuerda que el presentador de la tele iraní no le apoyó hace tres años cuando el PSOE tenía un acuerdo para mandar con Ciudadanos. Así que Sánchez ha montado este numerito de no investidura con la intención de dejar a Iglesias, el hacendado de Galapagar, como un codicioso y el sectario malo de la película, pensando que unas nuevas elecciones le pueden favorecer. Mientras las urnas llegan, se dedicará a cortejar a Bildu y ERC, y a promocionar el miedo a Vox en los canales de televisión amigos (todos), para fracturar a la Derecha (que lleva meses cogiendo moscas).

Don Iván Redondo, el jugador de ajedrez que dirige todos los movimientos de este trampantojo que se apellida Sánchez, ha puesto en marcha la partida. Es muy probable que la gane, aunque por el camino quizás reviente el sistema y no haya país que gobernar. ¿Qué más da? Eso es irrelevante, porque lo único esencial aquí es estar un día más en la Moncloa y montado en el Falcon. Mientras tanto, Carmen Calvo (la única feminista pata negra del mundo mundial) seguirá aplaudiendo a su líder cuando hable en el Congreso y le dirá al oído: «¡Magnífico, magnífico!». Qué espectáculo.

 

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